Fracasa el plan estrella de vivienda del Govern balear: el programa ‘Lloguer Segur’ solo logra firmar 30 contratos en siete meses
03/07/2025 - ⏱️ 2 min
El ambicioso programa “Lloguer Segur”, lanzado en 2024 por el Govern de les Illes Balears como respuesta estructural a la crisis del alquiler, se tambalea. Siete meses después de su activación, la medida apenas ha materializado 30 contratos de arrendamiento formalizados, según datos oficiales difundidos esta semana por la Conselleria de Vivienda y recogidos por la Cadena SER en Mallorca. Una cifra muy por debajo de las expectativas iniciales: el Ejecutivo regional confiaba en superar el millar de contratos en su primer año de vida.
El objetivo del programa era seducir a pequeños propietarios con una propuesta clara: cesión voluntaria del inmueble durante cinco años a cambio de una renta fija asegurada por el Govern, con garantías adicionales frente a impagos y desperfectos. A cambio, la administración se comprometía a destinar estas viviendas a familias con ingresos medios o bajos.
Sin embargo, la respuesta del sector privado ha sido tibia cuando no directamente reacia, y el lento ritmo de adhesiones ha generado un efecto reputacional negativo para el Govern. La portavoz del grupo parlamentario de Més per Mallorca, Ferran Rosa, ha sido tajante: “El fracaso es evidente. Habrá que valorar seriamente si se debe seguir destinando fondos públicos a un programa que no cumple los objetivos mínimos”.
Una idea bienintencionada sin atractivo para el propietario
El diseño del programa preveía condiciones que, sobre el papel, resultaban competitivas: el Govern cubriría el 100 % de los pagos durante cinco años, con precios moderados pero estables, y realizaría tareas de rehabilitación o adecuación básica si la vivienda lo requería. Además, se ofrecía un seguro público frente a impagos y vandalismo, sin coste para el arrendador.
No obstante, en la práctica, la renta ofrecida se situaba entre un 20 % y un 35 % por debajo del precio de mercado, según estimaciones de agentes inmobiliarios locales. A ello se suman reticencias burocráticas y desconfianza estructural en la capacidad de gestión pública. Muchos propietarios prefieren alquilar directamente —incluso con más riesgo— ante la perspectiva de mayor rentabilidad y flexibilidad contractual.
Una crisis estructural más allá del parche
El fracaso de “Lloguer Segur” pone sobre la mesa un problema más profundo: la incapacidad de la política pública balear para revertir el desequilibrio estructural entre oferta y demanda de vivienda asequible. Baleares lidera año tras año los rankings nacionales de precios medios de alquiler por metro cuadrado, y Palma está ya al nivel de grandes capitales europeas como Berlín o Bruselas en algunas zonas céntricas.
Los técnicos de la Conselleria de Vivienda defienden, sin embargo, que el modelo es aún válido, pero requiere implicación municipal, campañas de captación más agresivas y condiciones más atractivas para los arrendadores. La falta de coordinación interinstitucional ha sido una barrera constante.
¿Reasignar los fondos?
La cuestión ahora es si conviene mantener el programa en su formato actual, reformularlo o redirigir sus fondos —dotados inicialmente con más de 5 millones de euros— hacia otras estrategias más eficaces. Desde el PSIB se insiste en que “hay margen de corrección” y que la medida se ajustará “tras una evaluación interna antes de septiembre”.
Mientras tanto, el mercado sigue sin dar tregua: el alquiler turístico mantiene su avance, los pisos en alquiler permanente caen, y la tensión en zonas como Palma, Calvià o Alcúdia amenaza con dejar fuera a los residentes locales del mercado formal.
Conclusión: una oportunidad perdida
El balance de “Lloguer Segur” revela una brecha entre el diseño institucional de las soluciones de vivienda y la lógica real del mercado inmobiliario balear. El Govern intentó plantear una alternativa moderada, sin confrontar abiertamente al sector privado, pero no ha logrado activar los incentivos suficientes. En un contexto de inflación persistente y presión migratoria creciente, la falta de resultados de este programa anticipa un otoño caliente en el Parlamento y en la calle, donde la vivienda sigue ocupando el primer puesto en las preocupaciones sociales.
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