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La inflación repunta en junio hasta el 2,2 % en España: los servicios y la energía marcan el nuevo eje de tensión de precios

30/06/2025 - ⏱️ 2 min

El Índice de Precios al Consumo (IPC) de España ha subido dos décimas en junio, situándose en el 2,2 % interanual, según el dato adelantado publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El repunte, aunque moderado, ha sorprendido a parte del mercado y ha abierto el debate sobre si la desinflación ha tocado techo en la eurozona, y si el Banco Central Europeo (BCE) mantendrá su actual prudencia en el ciclo de bajadas de tipos previsto para el segundo semestre.

La subida se explica principalmente por el encarecimiento de los servicios vinculados al turismo —restauración, transporte y ocio—, así como por una ligera alza en los precios energéticos, especialmente la electricidad, tras varios meses de descensos. La inflación subyacente (que excluye alimentos frescos y energía) se mantiene en un 2,4 %, también dos décimas por encima del dato de mayo, lo que refuerza la sensación de una resistencia estructural en la evolución de los precios.

“El dato confirma que la inflación en servicios es más persistente de lo esperado, y que los riesgos de segunda ronda siguen presentes”, explicó en un comunicado el economista jefe de BBVA Research, Rafael Doménech.

Factores de fondo: salarios, turismo y costes empresariales

El repunte del IPC en junio se enmarca en una serie de dinámicas estructurales que afectan tanto a la economía española como al conjunto de la eurozona. En primer lugar, los salarios reales han comenzado a recuperarse tras años de moderación, lo que incrementa el poder adquisitivo y refuerza la demanda interna. El salario medio pactado en convenio colectivo ha crecido un 4,1 % en lo que va de año, según el Ministerio de Trabajo.

En segundo lugar, la intensa temporada turística —España espera batir récord de visitantes internacionales este verano— ha disparado la demanda en sectores como hostelería, transporte y alquiler vacacional, donde los precios han subido hasta un 6 % interanual en determinadas zonas.

Por último, la persistencia de cuellos de botella logísticos en ciertos sectores y la traslación de costes laborales y energéticos a precios finales continúa afectando a bienes no energéticos, desde electrodomésticos hasta materiales de construcción.

“La inflación se está desplazando del origen energético y alimentario hacia los servicios y manufacturas de valor añadido, lo que implica una mayor rigidez en su reversión”, apunta la economista Inés Rodríguez de Funcas.

¿Qué puede hacer el BCE ante este escenario?

El dato de inflación en España —que sigue siendo uno de los países con mejor comportamiento relativo dentro de la eurozona— será observado con atención por el BCE, que celebrará su próxima reunión de política monetaria en julio, con la posibilidad de aplicar una segunda bajada de tipos tras la efectuada en junio.

Las previsiones del consenso de mercado apuntan a una inflación media del 2,3 % en España para el conjunto de 2025, con una posible desaceleración en el cuarto trimestre si se consolida el descenso de la energía y se modera la demanda.

Desde el Ministerio de Economía, la vicepresidenta Nadia Calviño ha destacado que “el dato confirma la normalización de la economía española y su capacidad de crecimiento sin generar tensiones inflacionistas graves”. No obstante, en privado, fuentes del Gobierno reconocen que el entorno de tipos todavía restrictivos está afectando al consumo de bienes duraderos y a la inversión inmobiliaria, que muestran signos de ralentización.

Impacto sobre el sector inmobiliario y la inversión

Para el mercado inmobiliario, un repunte de la inflación como el registrado en junio tiene efectos mixtos. Por un lado, puede alimentar la percepción de que la vivienda sigue siendo un activo refugio frente a la erosión monetaria. Por otro, refuerza la cautela del BCE y podría retrasar nuevas bajadas de tipos, manteniendo la financiación inmobiliaria en niveles elevados por más tiempo.

La subida de precios en los servicios también está presionando a la vivienda en alquiler turístico, donde el aumento de rentas empieza a alcanzar niveles que generan tensiones políticas y protestas sociales. En ciudades como Barcelona, Valencia o Bilbao, los gobiernos locales estudian nuevas restricciones al alquiler vacacional para contener su impacto inflacionario sobre la vivienda residencial.

A medio plazo, el comportamiento de la inflación será un indicador clave para anticipar el ritmo de normalización monetaria, la evolución del consumo y la rentabilidad de los activos reales. El dato de junio es un aviso: la desinflación no será lineal, y el camino hacia la estabilidad de precios será más largo de lo previsto.

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