España acelera su apuesta por una campeona nacional de defensa: Indra liderará la estrategia tras la Declaración de La Haya
02/07/2025 - ⏱️ 2 min
En un giro de alto valor estratégico, el Gobierno de España ha decidido reforzar su respaldo a Indra para convertirla en una campeona nacional de la industria de defensa, en línea con la nueva hoja de ruta europea surgida de la Declaración de La Haya, firmada el pasado mes de abril por los principales Estados miembros. Esta apuesta forma parte del Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y Defensa 2025-2030, dotado con más de 10.000 millones de euros de inversión pública y privada, con el objetivo de reducir la dependencia militar del exterior y reindustrializar sectores clave.
Según fuentes del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Ciencia, el plan prevé posicionar a España como proveedor estratégico en sistemas de mando y control, inteligencia artificial aplicada a defensa, comunicaciones satelitales y ciberseguridad táctica. En todos ellos, Indra tendrá un papel central como integrador tecnológico y líder de consorcios nacionales y europeos.
“La autonomía estratégica europea no es posible sin una industria de defensa robusta y cohesionada. España debe dejar de ser cliente y pasar a ser coproductor”, afirmó esta semana Margarita Robles, ministra de Defensa, en el marco del foro “Europa, Defensa y Soberanía” celebrado en Bruselas.
La Declaración de La Haya, firmada el 10 de abril de 2025 por 21 países de la UE y la Comisión Europea, marcó un punto de inflexión en la política de seguridad común. El documento —redactado en un tono inusualmente directo— insta a los Estados miembros a elevar el gasto en defensa por encima del 2,5 % del PIB, fortalecer el músculo industrial europeo y avanzar hacia una planificación conjunta de adquisiciones.
La iniciativa surge como respuesta al deterioro del entorno geopolítico: la presión rusa en el Este, el repliegue parcial de Estados Unidos en sus compromisos atlánticos, y el ascenso militar de China. En este nuevo escenario, la UE ya no puede permitirse depender tecnológicamente de terceros países, especialmente en áreas sensibles como sensores, drones, misiles hipersónicos o software de inteligencia artificial militar.
“La guerra en Ucrania ha demostrado que los conflictos modernos son híbridos, multidominio y tecnológicos. O Europa desarrolla su base industrial o quedará estratégicamente irrelevante”, sostuvo Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, durante la presentación del documento.
Indra, que ya es el principal contratista tecnológico del Ministerio de Defensa español, liderará la mayoría de los proyectos del nuevo plan. Entre los más destacados se encuentran:
El desarrollo del sistema C4ISR de nueva generación (comando, control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento), en consorcio con empresas de Francia, Italia y Alemania.
La ampliación del programa FCAS (caza de sexta generación), donde Indra codiseña los sistemas de misión y simulación junto a Dassault y Airbus Defence.
El lanzamiento de la plataforma nacional de ciberdefensa táctica, en colaboración con el CNI y la Guardia Civil, con financiación dual (civil y militar).
El impulso a la fábrica de semiconductores de alta seguridad en Tres Cantos (Madrid), especializada en componentes resistentes a ataques electromagnéticos.
Este nuevo posicionamiento viene acompañado de un refuerzo accionarial por parte de la SEPI, que ha elevado su participación en Indra hasta el 33,4 % del capital, garantizando el control estatal en las decisiones estratégicas. El mercado ha reaccionado con optimismo: las acciones de Indra han subido un 18 % en el último mes, alcanzando máximos de cinco años.
“Queremos que Indra sea para España lo que Thales es para Francia o Leonardo para Italia: una empresa tractora, innovadora y al servicio del interés nacional”, señaló Juan Moscoso del Prado, nuevo presidente ejecutivo de la compañía.
Si bien el plan marca un rumbo claro, los desafíos son considerables. El primero es la capacidad de ejecución industrial. Muchas de las tecnologías clave requieren personal altamente cualificado, centros de prueba homologados y proveedores secundarios especializados, algo que España ha ido perdiendo en las últimas décadas tras el cierre de numerosas plantas militares.
El segundo reto es la integración paneuropea. Los consorcios industriales impulsados por Bruselas implican una intensa negociación política y técnica: reparto de funciones, propiedad intelectual compartida, estándares de interoperabilidad, etc. No todos los Estados miembros tienen la misma visión sobre qué debe fabricarse en Europa y qué se puede importar.
Y el tercer desafío es presupuestario. Aunque el Gobierno ha comprometido una senda de incremento del gasto en defensa hasta alcanzar el 2,1 % del PIB en 2029, su ejecución dependerá del contexto político y de la evolución del déficit público, que sigue en el 3,6 %.
El giro del Gobierno español hacia una política activa de construcción de capacidades en defensa marca un punto de inflexión histórico. La apuesta por Indra como eje vertebrador de esta estrategia combina elementos industriales, tecnológicos, diplomáticos y de seguridad nacional.
En un momento en que Europa reconfigura su modelo de autonomía estratégica, la clave para España será traducir el respaldo político en innovación real, empleo cualificado y soberanía tecnológica, sin caer en tentaciones proteccionistas o en dinámicas de gasto ineficiente.
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