El déficit comercial de España cae un 16,6 % en abril: exportaciones récord y menor dependencia energética sostienen el ajuste
30/06/2025 - ⏱️ 2 min
España ha logrado reducir su déficit comercial en abril un 16,6 % interanual, según los datos oficiales publicados esta semana por el Ministerio de Economía. El saldo negativo se situó en 13.092 millones de euros en el primer cuatrimestre del año, frente a los 15.703 millones del mismo periodo de 2024. Esta evolución se explica por un crecimiento del 12,9 % en las exportaciones, que alcanzaron los 139.972 millones de euros, y un crecimiento más moderado de las importaciones (+6,3 %), que sumaron 153.064 millones.
Este ajuste del déficit marca un punto de inflexión relevante en la balanza por cuenta corriente española tras más de dos años de tensiones externas derivadas del encarecimiento de las importaciones energéticas, la ralentización de la eurozona y los desajustes logísticos globales. Según los analistas, la combinación de ganancias de competitividad, normalización del precio de la energía y dinamismo en sectores como bienes de equipo, alimentación y automoción ha sido clave para esta corrección.
“El comportamiento de las exportaciones ha sido particularmente sólido en un entorno de bajo crecimiento en Europa, lo que refleja una mejora estructural en la competitividad del tejido productivo español”, afirma Clara Gómez del Moral, economista jefe de Intermoney.
Las claves detrás del ajuste
Entre los factores que explican la reducción del déficit, destacan:
- El fuerte impulso de las exportaciones de bienes de equipo, que crecieron un 18,2 % interanual en los cuatro primeros meses de 2025, especialmente en maquinaria industrial, componentes electrónicos y tecnologías aplicadas a energías renovables.
- El rebote del sector automotriz, que se consolida como uno de los principales motores exportadores gracias al aumento de la demanda en Alemania, Francia y Marruecos, así como al auge de los vehículos eléctricos ensamblados en Cataluña y Navarra.
- Una reducción del 22 % en la factura energética respecto al año anterior, debido tanto a la caída de los precios internacionales del gas como al aumento de la producción renovable nacional. Las importaciones energéticas, que llegaron a representar el 20 % del total en 2022, han bajado por debajo del 15 % en 2025.
Además, el turismo internacional sigue siendo una fuente indirecta de ingresos por cuenta corriente: aunque no computa como exportación de bienes, sí compensa parte del déficit comercial en servicios y renta. En lo que va de año, España ha recibido un 11 % más de turistas extranjeros que en 2024, consolidando el liderazgo europeo junto a Francia e Italia.
Cambio de patrón: menos dependencia, más resiliencia
Los datos de abril confirman un cambio de patrón progresivo en el comercio exterior español. Si bien históricamente el país ha presentado déficits estructurales debido a su dependencia energética y tecnológica, la diversificación de destinos de exportación, el fortalecimiento de los sectores industriales de valor añadido y el menor consumo energético vinculado a eficiencia industrial están transformando el perfil comercial.
Por ejemplo, las exportaciones a América Latina crecieron un 24 %, y las dirigidas al norte de África un 19 %, mientras que las exportaciones a China y EE. UU. se mantienen estables. Esta reconfiguración geográfica mitiga el riesgo asociado a la desaceleración europea y al proteccionismo creciente en EE. UU.
“España está dejando de ser un importador neto crónico y puede aspirar a una balanza más equilibrada, lo que le otorga mayor margen de maniobra macroeconómica en un contexto de tipos de interés elevados”, señala el profesor Josep Oliver, catedrático emérito de Economía Aplicada en la UAB.
Implicaciones para el sector inmobiliario y la inversión internacional
Aunque la balanza comercial no tiene un impacto directo sobre el real estate, su evolución sí condiciona el atractivo macroeconómico de España como destino de inversión internacional. Un déficit comercial más reducido mejora la percepción de solvencia externa, sostiene el tipo de cambio del euro y refuerza la confianza en la estabilidad del país como receptor de capital.
Para los inversores internacionales en activos inmobiliarios —especialmente institucionales—, la mejora en los fundamentales macroeconómicos contribuye a justificar decisiones de largo plazo. España ofrece actualmente una combinación singular: crecimiento económico por encima de la media de la eurozona, inflación contenida y reducción del déficit exterior.
Desde un ángulo más específico, la caída de las importaciones energéticas también tiene implicaciones sectoriales: muchas empresas están acelerando la rehabilitación energética de sus activos inmobiliarios y apostando por certificaciones verdes como vía de reducción de costes y captación de demanda ESG.
Además, un sector exterior más sólido podría traducirse a medio plazo en una menor presión sobre el déficit público, lo que podría moderar la tentación política de introducir nuevas cargas fiscales sobre el capital o el patrimonio inmobiliario.
No obstante, los analistas advierten de que el entorno sigue siendo volátil. La recuperación del comercio global es frágil, las tensiones geopolíticas (Ucrania, China, Oriente Medio) pueden alterar de nuevo los flujos energéticos, y la dependencia de Europa como mercado de destino sigue siendo alta.
Aun así, el recorte del déficit comercial en abril se percibe como una señal de solidez estructural en la economía española, que refuerza su posición en el tablero internacional y consolida su papel como hub industrial y logístico del sur de Europa.
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