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El Banco Mundial recorta la previsión de crecimiento global a 2,3 % en 2025

17/06/2025 - ⏱️ 2 min

El organismo alerta de un estancamiento prolongado de la economía mundial, afectada por tensiones geopolíticas, proteccionismo y el encarecimiento del crédito.

El Banco Mundial ha publicado esta semana su informe semestral de Perspectivas Económicas Globales, y las cifras no invitan al optimismo. Según el organismo, la economía mundial crecerá solo un 2,3 % en 2025, lo que representaría su ritmo más bajo en más de seis décadas, excluyendo los años de crisis sistémica como 2009 y 2020.

Esta revisión a la baja —desde el 2,7 % anterior— refleja el impacto acumulado de varios factores estructurales que están limitando la capacidad de crecimiento a escala global.

Entre las causas principales destacan la fragmentación geopolítica, el auge del proteccionismo comercial, la persistencia de tipos de interés elevados y el debilitamiento del comercio internacional, especialmente entre las grandes potencias. El informe señala que las tensiones entre Estados Unidos y China, así como los conflictos en Ucrania, Gaza y el Mar Rojo, están provocando una ralentización sostenida de las cadenas de suministro y un deterioro de la confianza inversora.

Un crecimiento desigual y con riesgos asimétricos

El informe detalla un panorama altamente fragmentado: mientras las economías avanzadas crecerán apenas un 1,4 % de media, los países en desarrollo lo harán al 3,9 %, aunque con fuertes divergencias entre regiones. Asia emergente y África subsahariana lideran el crecimiento, mientras que América Latina, Oriente Medio y Europa del Este muestran signos de estancamiento estructural.

La zona euro apenas crecerá un 0,7 % en 2025, según el Banco Mundial, lastrada por el bajo consumo privado y la debilidad industrial de países como Alemania e Italia. Estados Unidos, por su parte, mantendría un crecimiento en torno al 1,8 %, sujeto al impacto que puedan tener las elecciones presidenciales de noviembre y una posible escalada arancelaria.

La deuda pública global es otro de los focos de preocupación: tras el aumento provocado por la pandemia, se mantiene en niveles históricamente elevados (superiores al 90 % del PIB mundial en media), y las presiones fiscales limitan la capacidad de estímulo contracíclico de los gobiernos. El informe advierte que, sin reformas estructurales, “la economía global corre el riesgo de entrar en una década de crecimiento lento y desigual”.

Inversión empresarial y comercio: los más afectados

Los sectores más golpeados por esta ralentización son los de inversión empresarial, comercio internacional e industria manufacturera, especialmente en economías abiertas. El Banco Mundial estima que el comercio global crecerá apenas un 1,9 % en 2025, frente al promedio histórico del 4,5 %.

Este dato refleja el deterioro en los flujos de bienes y servicios, pero también el impacto de medidas proteccionistas, nacionalismo económico y subsidios cruzados que han ganado terreno en los últimos años.

En este sentido, el informe llama a una “respuesta coordinada” para restaurar la confianza multilateral, facilitar el flujo de capital productivo y garantizar que las cadenas de suministro sean resilientes pero también eficientes. La falta de inversión en infraestructuras clave —transporte, energía, digitalización— es otro factor limitante para las economías de ingresos medios.

España y el real estate: impacto indirecto pero relevante

Aunque el informe no se centra específicamente en España, las implicaciones para su economía son evidentes. Como país altamente abierto al exterior —especialmente en turismo, exportación de bienes intermedios y captación de inversión extranjera—, la desaceleración global puede reducir el ritmo de entrada de capital en sectores como el inmobiliario, sobre todo en productos core y prime.

Además, el debilitamiento del comercio mundial afecta directamente a los polos logísticos españoles, como Valencia, Algeciras o Zaragoza.

Los analistas prevén que, en este entorno, las inversiones se concentrarán aún más en activos con flujos estables y bajo riesgo operativo, lo que podría reforzar la demanda en segmentos como residencial en alquiler, infraestructuras urbanas y energía distribuida.

En palabras de Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial:

“Estamos entrando en una fase de bajo crecimiento prolongado. Para evitar una década perdida, necesitamos acción decidida: más inversión, más productividad y más cooperación”.

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